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La incipiente sabiduría humana, para su conservación y progreso, hubo de rodearse de misterios -secretos-, y estos solamente eran conocidos por los sacerdotes -sabios antiguos-, que los comunicaban por el procedimiento de enseñanza conocido por Iniciación, que no era más que la capacitación de gentes escogidas para el sacerdocio, quiénes pasaban gradualmente a pruebas de resistencia física, valor y capacidad intelectual a fin de adquirir interés por la investigación de lo desconocido.
Los idiomas de la antigüedad además de contar con pocas palabras, éstas carecían de la exactitud indispensable a la expresión científica; esto obligó a los sabios maestros a transmitir sus conocimientos por medio de instrumentos, símbolos, alegorías, figuras, jeroglíficos, los fenómenos físicos, los astros, los planetas y sus movimientos, que influyen en la vida humana.
El natural deseo de los sabios antiguos por descifrar las cosas donde los recursos científicos no llegaban, dio origen a la filosofía, así como sus estudios e investigaciones originaron nuestras ciencias como la Astronomía, la Física, la Química, la Aritmética, la Retórica, la Lógica, la Gramática, la Música y las Artes. Estos conocimientos eran los secretos que se transmitían en las iniciaciones, rodeadas de misterios para el pueblo ignorante que solamente le preocupaba el culto a las divinidades que adoraban.
Por razones de seguridad, en el Templo de las divinidades se practicaban los misterios iniciáticos.
Los Constructores
Los conocimientos y el arte de construir tenían mayor importancia que las demás ramas de la ciencia antigua, porque las construcciones de aquellos tiempos, fueron la mejor manifestación del poderío y de la civilización de los pueblos y, por ende, de sus gobiernos. Los egipcios llegaron a separar el arte de la construcción, de las otras ciencias, como más importante y, según los conceptos emitidos por Mark Saumier en su trabajo, La Légende des Symboles», crearon los misterios en honor a Hiram, a quien consideraban la divinidad de los constructores.
Esto significaba que el arte de construir se enseñaba separadamente de otras ciencias, para preparar a especialistas, dedicados exclusivamente a este ramo, que formaban una casta aparte». No obstante que los constructores tenían una importancia tan señalada por sus conocimientos, arte y habilidad, no participaban en el gobierno de los pueblos y dependían de las castas sacerdotal y militar, económicamente; su situación era la de asalariados, lo que influía en su mentalidad rebelde como se manifiesta en su organización y en las leyendas que simbolizaban su ideario.
La sabiduría egipcia en aquellos tiempos estaba muy adelantada; sus misterios y su arte arquitectónico fueron conocidos por los tirios, quiénes los transmitieron a los hebreos, a los romanos, a los griegos y a toda Europa. Los misterios egipcios también influyeron en las ciencias secretas de Asia Menor. Los obreros Dionisianos llevaron la cultura egipcia a Grecia, más de un mil años antes de la era cristiana o vulgar.
Los dionisianos, pueblo mas no casta, se dividían en grupos de distintas denominaciones: colegios, sínodos y sociedades. Cada grupo se gobernaba por un presidente o maestro, elegido anualmente; se reunían secretamente para tratar sus asuntos, y tenían signos y palabras de reconocimiento, y practicaban las ceremonias de iniciación, conquistaron privilegios para construir templos, teatros, etc.; habían adquirido tal prestigio en el arte de construir, que sus servicios fueron solicitados de Siria, Rusia, India y de Africa del Norte.
En Grecia se perfeccionaron más, y pasando a Roma fundaron la corporación de arquitectos romanos, la cual dio oportunidad en 714 antes de la era vulgar, a Numa, de fundar los Colegios Romanos, éstos celebraban sus asambleas -Logias- a puerta cerrada, y se dividían en tres grupos: Aprendices, compañeros y maestros; se comprometían bajo juramento, ante las herramientas y útiles de sus profesiones y oficios, a ayudarse mutuamente y a no revelar los secretos de sus agrupaciones.
También admitían como miembros honorarios a personas ajenas a sus oficios; pero considerados útiles a sus agrupaciones, reconociéndose entre sí, por signos y palabras secretas. Sus asambleas eran presididas por maestros elegidos cada cinco años, y ayudados por dos inspectores o vigilantes. Hasta la caída del imperio romano lograron vivir los Colegios; pero después sufrió un decaimiento, habiendo renacido con el advenimiento del cristianismo, con la ayuda del papado romano, interesado en construcciones suntuosas para el culto.
Los Colegios de constructores -masones operativos- al salir de Italia y esparcirse en Francia, España, Portugal, Inglaterra, Bélgica y Alemania, admitían en sus filas a los artistas de todos esos pueblos. A principios del siglo XVI, Martín Lutero y Juan Calvino, siguiendo el ejemplo del gran Heresiarca checo Juan Hus, destruyeron el poder papal en varios Estados de Europa; esto dio origen a nuevo decaimiento de los Colegios por haberse suspendido la construcción de edificios religiosos y además, su vida de privilegios estaba en contra del capitalismo naciente.
Durante el tiempo que esto sucedía, nacían los Gremios de Constructores asalariados que se distanciaban de las asociaciones privilegiadas y de las luchas religiosas que los dañaban. También nacían las asociaciones Francmasónicas, que organizaban a elementos progresistas que antes se les tenía como simples aceptados; éstos se ocuparon de la capacitación intelectual y técnica de los masones operativos, con miras a desempeñar sus oficios en el régimen capitalista que crecía.
La situación de dependencias económica de los constructores, originó su actitud de lucha frente a las castas dominadoras: los ambiciosos militares que dominaban con las armas; los hipócritas sacerdotes que dominaban al pueblo conservándolo en la ignorancia para su fácil explotación. Creían recibir ánimos para esta lucha, de Hiram -Gran Arquitecto- constructor del Mundo y creador de la Humanidad.
La simbolización de la muerte del Gran Arquitecto, por la ambición y temor de las clases dominadoras, que veían en la sabiduría de los constructores y la simpatía que el pueblo tenía por ellos, nos revela su ideología; al propio tiempo nos explica el nacimiento de la Leyenda Alegórica de la muerte de Hiram -Gran Arquitecto-, en la que se ve claramente cómo el pueblo ignorante mata a Hiram, dirigido hipócritamente por la casta sacerdotal y la ambiciosa militar, que trataban de impedir una Revolución inspirada por los Constructores.
Desde entonces a todo candidato a la iniciación de los misterios de la casta de los Constructores, ante el ataúd ensangrentado del Gran Maestro, se le exigía el Juramento de no haber sido cómplice de su muerte. Cumplido el Juramento se le comunicaba la palabra sagrada. Esta leyenda ha llegado hasta nosotros los masones del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, pero adulterada.
Los constructores tirios de la misma ideología,y que edificaron el Templo de Salomón y emplearon el nombre de Hiram como equivalente de El Gran Arquitecto de los egipcios, conservaron la Leyenda pura hasta principios del cristianismo.