En el libro “Metafísica del Sexo” de Julius Evola, la discusión sobre la sexualidad se eleva mucho más allá del acto físico o las relaciones humanas para abordar dimensiones espirituales y metafísicas. Evola se sumerge en el simbolismo y las tradiciones antiguas para revelar cómo la sexualidad ha sido interpretada a lo largo de la historia como un fenómeno con implicaciones trascendentales. La obra argumenta que el acto sexual no es simplemente un intercambio físico o emocional, sino que tiene el potencial de ser una práctica sagrada, capaz de conectarnos con aspectos más profundos del ser y, en última instancia, con lo divino.
Evola examina cuidadosamente cómo diversas tradiciones y culturas antiguas habían comprendido la naturaleza dual y complementaria de la sexualidad. Desde la perspectiva del autor, estos sistemas de creencias resaltan que la unión de las energías masculinas y femeninas en el acto sexual puede abrir puertas a experiencias más profundas y significativas que van más allá de lo meramente carnal. El autor insinúa que la sexualidad puede incluso considerarse como una forma de alquimia espiritual, donde las dos energías se combinan para algo mucho más grande que la suma de sus partes.
Sin embargo, es fundamental comprender que “Metafísica del Sexo” no es simplemente una obra sobre espiritualidad y sexualidad; también es una llamada a volver a conectar con visiones del mundo más antiguas y tradicionales. Evola argumenta que la sociedad moderna ha perdido gran parte de esta sabiduría ancestral al relegar la sexualidad a una actividad física desprovista de su riqueza simbólica y espiritual. Para él, este empobrecimiento no es solo un error cultural, sino también una pérdida metafísica que nos aleja de potenciales elevados de autoconocimiento y entendimiento del universo.
Así, “Metafísica del Sexo” se presenta como un texto que desafía nuestras concepciones contemporáneas sobre la sexualidad al invitar al lector a explorar su naturaleza más profunda y compleja. El libro nos insta a considerar la posibilidad de que la sexualidad puede ser tanto una práctica espiritual como una física, y que tiene el poder de conectarnos no solo con nuestros socios, sino también con aspectos más amplios y eternos de la existencia.
El aspecto que quizás genere más controversia en “Metafísica del Sexo” de Julius Evola es su enfoque en las diferencias entre los sexos desde un punto de vista metafísico. Evola se adentra en lo que considera las cualidades inherentes y diferenciadas de las energías masculinas y femeninas, argumentando que cada una posee potenciales únicos que no son solo biológicos, sino también espirituales y metafísicos. Lejos de ser una visión limitante o estereotipada, para Evola, esta diferenciación se celebra como una forma de complementariedad que, cuando se entiende y se utiliza de manera adecuada, tiene el poder de elevar el acto sexual a un nivel trascendental.
El autor va más allá de la mera biología y se adentra en conceptos que son ampliamente espirituales y simbólicos. Sostiene que las energías masculina y femenina son fundamentales en todo el cosmos, no solo en las relaciones humanas. Este punto de vista puede considerarse un intento de revivir una forma de pensamiento arquetípico que veía en la naturaleza masculina y femenina reflejos de principios cósmicos más grandes. Para Evola, esta es una forma de entender cómo las diferencias entre los géneros pueden ser una vía hacia una comprensión más profunda del universo y de nuestra propia naturaleza.
Además, en “Metafísica del Sexo”, Evola recupera la noción de roles de género tradicionales como algo intrínsecamente ligado a estas diferencias fundamentales entre las energías masculinas y femeninas. Lejos de proponer una visión restrictiva o patriarcal, intenta mostrar cómo estos roles, cuando se entienden desde una perspectiva metafísica, pueden ser liberadores y empoderadores, permitiendo a cada individuo alcanzar su máximo potencial dentro del espectro de su propia naturaleza inherente.
Cabe destacar que las ideas de Evola sobre la complementariedad y los roles de género han sido tanto elogiadas como criticadas. Son valoradas por aquellos que ven en ellas un llamado a un orden más elevado y significativo en las relaciones humanas, pero también son vistas con escepticismo y preocupación debido a su potencial para ser interpretadas como justificaciones de estructuras de poder desiguales. Sin embargo, lo que es indiscutible es que “Metafísica del Sexo” desafía las concepciones convencionales y abre la puerta a un diálogo sobre cómo las diferencias entre los géneros pueden entenderse en un contexto que va más allá de lo puramente social o político, abrazando dimensiones más amplias y profundas de la experiencia humana.
El tercer y quizás más polémico aspecto de “Metafísica del Sexo” se relaciona con las controversias y críticas que rodean tanto al libro como a su autor, Julius Evola. Una de las críticas más recurrentes apunta a la afinidad de Evola con el fascismo y con visiones tradicionalistas que muchos consideran regresivas o incluso peligrosas. Esta controversia no es menor; de hecho, a menudo se convierte en el prisma a través del cual se lee y se interpreta la obra. Pero es crucial entender que el enfoque de Evola sobre la sexualidad y su metafísica no puede reducirse meramente a su contexto político o ideológico. La obra aborda cuestiones que van más allá de la política para adentrarse en el terreno del espíritu y de lo trascendental, aunque estas dimensiones se vean teñidas por las controversias que rodean al autor.
En cuanto a las visiones de género en “Metafísica del Sexo”, las ideas de Evola han sido tanto condenadas como aplaudidas, dependiendo de la perspectiva del crítico. En un mundo cada vez más inclinado hacia la igualdad de género y la desmantelación de roles tradicionales, las posturas de Evola pueden parecer anacrónicas o incluso provocadoras. Sin embargo, para algunos, este es precisamente el valor de la obra: su capacidad para desafiar las normas contemporáneas y abrir un espacio para discutir visiones alternativas sobre la sexualidad y las relaciones entre los géneros.
Finalmente, a pesar de las múltiples críticas, “Metafísica del Sexo” sigue siendo una obra relevante para ciertos debates modernos sobre la sexualidad y su conexión con lo espiritual. Ofrece una perspectiva que se aparta de los enfoques más convencionales y materialistas, y por lo tanto, incluso si uno no está de acuerdo con las ideas de Evola, el libro tiene el potencial de enriquecer el diálogo contemporáneo al aportar un ángulo de visión que es, a menudo, radicalmente diferente. En resumen, la obra continúa atrayendo atención tanto por sus argumentos filosóficos como por las controversias que la rodean, y en ese sentido, “Metafísica del Sexo” sigue siendo una lectura que provoca reflexiones y debates, que es exactamente lo que cualquier obra filosófica significativa aspira a lograr.